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Somos un matrimonio al servicio de nuestro Señor Jesucristo. En estos momentos estamos trabajando en la obra de Dios en esta frontera Mexicana de Nuevo Laredo, Tamps. Les invitamos a que lean los estudios biblicos que aqui publicamos. Bendiciones!!!

domingo, 7 de junio de 2009

MELQUISEDEC



Texto: Hebreos 7:1-8

Tema: Melquisedec


“Juro Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.”
Salmo 110:4


Uno de los personajes bíblicos que más ha llamado mi atención es sin duda alguna, Melquisedec, Rey de Salem. Creo que mucho de los conocedores de la Palabra de Dios son intrigados por la misma curiosidad que a mí me tenia fascinado. Hasta que Dios en su misericordia me abrió el entendimiento para comprender esta compleja escritura.
La Palabra de Dios dice: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libre” Juan 8:32 También dice la Palabra: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” Juan 8:24 Si algo debemos conocer y entender perfectamente, es a nuestro Dios y Señor Jesucristo. Pero para conocerle tal como Él es, es necesario buscarle con todo nuestro corazón. Al hacer de esta manera, Él nos dará revelación y se manifestara a nosotros para conocerlo y entenderlo.

“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salio a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.” Hebreos 7:1-3

Conjeturar que antes de Leví hubiera un sacerdocio humano de acuerdo a la voluntad de Dios seria suposición nuestra en lugar de los hechos. La verdad es que nuestro Señor Jesucristo sé a manifestado al hombre desde el principio. Desde el huerto del Jardín del Edén, Dios platicaba con Adán cara a cara (Génesis 3:8-10). Usted puede alegar todo lo que quiera pero estos son los hechos bíblicos.
En el principio, cuando el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, la primera cosa que Dios creó fue la Luz (Génesis 1:3). Pero, ¿a qué Luz se estaba refiriendo Dios? Porque el sol, la luna y las estrellas fueron creadas en el cuarto día. Eso dice la bendita palabra del Señor. La palabra Luz en el Hebreo (#216 ôwr y #215 Strong’s Concordance) La define como alba, alegría amanecer, aclarar, dar luz, encender, glorioso. También esta asociada con la vida, salvación, prosperidad, sabiduría, y justicia. Se menciona 120 veces en el Viejo Testamento. ¿Asombroso verdad?
Esa Luz, es a lo que la Biblia menciona como el Hijo (Juan 1:4-10). “Otra ves Jesús les hablo, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Juan 8:12) Dios es Espíritu (Juan 4:24) y también a Dios nadie le vio jamás (Juan 1:18, 1 Juan 4:12). Pero eso no detuvo a Dios para manifestarse al hombre. Así que por Su palabra, Él se formó un Templo en donde morar y manifestarse al hombre. Como Espíritu, no podía llevar acabo esta gran faena, ya que un espíritu no se puede ver. “Y el Padre que me envió, ese ha dado testimonio de mí. Pero no habéis oído jamás Su voz hi habéis visto su apariencia” (Juan 5:37 LBLA). Así que se formo un cuerpo celestial (1 Corintios 15:40) para manifestarse a Su creación. Dirá usted, ¿Cómo que un cuerpo celestial? 1 de Corintios 15:38 nos dice que Dios le da el cuerpo como Él quiso. Él es Dios y por Su palabra hace todas las cosas (Proverbios Cp. 8).
“El (Jesucristo) es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él (Jesucristo) fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él (Jesucristo) y para él (Jesucristo). Y él (Jesucristo) es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él (Jesucristo) subsisten; y él (Jesucristo) es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia (Preeminencia: privilegio, distinción, preferencia); por cuanto agrado al Padre que en él habitase toda plenitud.” Colosenses 1:15-19 (*Agregué el nombre de Jesucristo en paréntesis)
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza...” (Génesis 1:26). Si un espíritu no tiene forma o imagen, ¿cómo es que Dios hizo al hombre a Su imagen? Pero si nos alineamos con la bendita palabra de Dios y no nos salimos de orden, podremos entender que Dios ya tenia una imagen o un molde de donde el hombre podría tomar semejanza. De acuerdo con la escritura de arriba (Efesios 1:15), esa imagen es el Hijo de Dios. Y también quisiera explicar sobre Génesis 1:26, porque al decir Dios “Hagamos al hombre,” muchos creyentes se confunden y tropiezan con la pluralidad de esta palabra (hagamos). Mas, sin embargo, Dios no es Dios de confusión. Pensar que la pluralidad de la palabra “Hagamos” comprueba que existen “otras” personas en la Divinidad es erróneo. Dios es Uno (Dt 6:4) y Él se manifestó a Su creación en el Hijo. Por ese motivo el mismo dijo en San Juan 10: 30, “Yo y el Padre uno somos.”
Pero es evidente la manera de expresión que el Hijo, al igual que los Apóstoles empleaban. “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:23) El Hijo empleaba esta pluralidad en Sus expresiones por la simple razón que Él “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse...” (Filipenses 2:6) (Estimó: Considero, reflexiono, imagino, presumió) “Estas cosa habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3) Si usted se estaba preguntando cuál es la vida eterna, pues el Señor Jesús no lo acaba de declarar—conocer a Dios y a Jesucristo.
El Apóstol Pablo, para referirse a Dios se expresaba de la siguiente manera, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo...” (Efesios 1:3) “a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (Colosenses 1:2) Santiago, hermano del Señor Jesús empleaba el mismo uso de palabras, “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.” (Santiago 1:1) El Apóstol Pedro también empleaba el mismo juego de palabras, “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.” (1ª Pedro 1:2) El Apóstol Juan también se añade a la lista, “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” ( 1ª Juan 1:3)
Todo este empleo de palabras nos hacen ver como si el Padre fuera uno y el Hijo fuera otro. Vemos que los Apóstoles hicieron distinción para referirse al Padre y al Señor Jesucristo. Usan la pluralidad en ves de la singularidad. Todo esto tiene una explicación.
Al decir Dios “hagamos al hombre a nuestra imagen,” Él empleó la pluralidad para demostrar que era en el Hijo que toda la plenitud de la Deidad estaría presente. El Hijo fue el Tabernáculo que Dios usó para depositar Su Santísima presencia. Al decir Dios “Hagamos,” el Padre se estaba glorificando en el Hijo (Juan 17:5). A imagen de Su tabernáculo (cuerpo celestial), Dios formó al hombre del polvo de la tierra (cuerpo terrenal), pero esto no fue suficiente sino que le dio aliento de vida (Génesis 2: 7). Dios hizo al hombre a imagen del Hijo. De otra manera, ¿cómo pudiera hacer Dios al hombre a Su imagen si Dios es Espíritu? (Juan 4:24) Sin embargo, Dios creó al hombre a imagen del Hijo. Con esto no estoy diciendo que el Padre es uno y el Hijo es otro, “Porque Dios es uno...” (Romanos 3:30) “...y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amen.” (Romanos 9:5) Pero necesitamos aprender a leer la santa palabra de Dios y saber interpretarla y colocar lo espiritual a lo espiritual. Amen. Veamos otro ejemplo que nos ayudara a entender el empleo de palabras plurales que el mismo Señor Jesús usaba. “Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. Y en vuestra ley esta escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: NI A MÍ ME CONOCEIS, NI A MI PADRE; SI A MÍ ME CONOCIESEIS, TAMBIÉN A MI PADRE CONOCERÍAIS.” (Juan 8:15-19) El Señor Jesús le estaba diciendo que no era Él solo, un simple hombre, un profeta, como muchos piensan, sino que Él Padre estaba en Él. Al decir Jesús que el testimonio de dos hombres es verdadero, Él le estaba diciendo que no era solamente el hombre terrenal, sino que también había un Ser Divino dentro de Él. Lo que siempre a privado que el hombre vea a Dios en su totalidad ha sido el Hijo. Ningún hombre puede ver a Dios y luego vivir. Cualquier hombre que viera a Dios cara a cara moriría (Éxodo 33:20; Isaías 6:5; Jueces 6:22-23; 13:22). Ningún mortal podría sobrevivir la vista del esplendor de la gloria de Dios. Así que, Dios se manifestó a Su creación en el Hijo. Los judíos no comprendían (como muchos cristianos hoy día) que a Dios el Padre le plació manifestarse en el Hijo.
“No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo (el Ungido, el Mesías)? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. (1ª Juan 2:21-24) Cristo significa Ungido, y lo mismo significa Mesías. Para que alguien este ungido primero necesita ser lleno de la Unción de Dios. La Unción es el Espíritu, y el Espíritu es Dios mismo (Juan 4:24; 1ª Juan 2:20). En el Hijo, Dios derramó toda Su plenitud. La misma presencia de Dios y todo lo que Dios es esta en el Hijo. Por eso, todo aquel que cree en el Hijo, también tiene al Padre. Dios se manifestó en el Hijo, y sin el Hijo, no hizo nada (Juan 1:3).
Por esta razón, pensar que el Padre es uno y el Hijo es otro esta equivocado. Pensar que el Padre se manifestó en el Viejo Testamento y el Hijo en el Nuevo Testamento esta equivocado. Dios siempre se manifestó en el Hijo desde el principio. Amen. Esto esta de acuerdo a la Santa Palabra de Dios y armoniza perfectamente.
Pudiéramos ver otras escrituras que testifican que Dios se formó un cuerpo en donde morar desde el principio. Y ese cuerpo se le conoce Bíblicamente como el Hijo, ya que Él es el principio, como lo declara esta escritura (Efesios 1:15-19). Pero creo que con estas citas es suficiente. Para entender esto debemos de tener en cuenta que Dios no tiene principio como Padre, pues la Biblia declara en Isaías 9:6 que Él es Padre Eterno. Jesucristo en Su deidad, es eterno, “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Hebreos 13:8. Pero el Hijo, Su manifestación como Salvador, Redentor y Cordero Expiatorio, tiene principio y tiene fin, así lo dice en Apocalipsis 1:8 y 21:6. El Apóstol Pablo lo declara de la siguiente manera en 1 Corintios 15:24-28, “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él (el Hijo) reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujeto debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él (el Hijo), claramente se exceptúa aquel (el Padre, Su deidad) que sujeto a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujeto a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.”
Pasajes como estos son muy profundos y muy delicados de interpretar. Mas, sin embargo, el Señor Jesús nos dijo en Juan 16:13, “Pero cuando venga el Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la verdad...” Por esta razón nos podemos acercar delante de Dios y pedirle que nos abra el entendimiento para comprender pasajes oscuros como este. El hecho de que Dios ha creado una posición intercesora dentro de su plan redentor; posición que el mismo Padre de los Espíritus, ha ocupado en el Hijo. Y todo lo que la entrega del Hijo significa es que el Dios del Génesis absorberá o integrara su postura de Dios Único desde la eternidad, dejando de ser el Hijo que para entonces habrá cumplido su misión de Hijo de Dios, Cordero-Hombre y Redentor por sangre. El cuerpo físico de nuestro Señor Jesucristo ya ha sido glorificado y puede ser integrado al Espíritu Eterno de Dios de donde ha procedido (Juan 3:31) para que Dios sea todo y en todos.
Dios, en Su manifestación como Hijo de Dios, Cordero-Hombre y Mediador, tiene principio y tiene fin. Por este motivo Él mismo declara que Él es el principio y el fin. Y Su manifestación como Hijo es desde el principio de la creación. El Padre mora en el Hijo desde el principio, antes de la fundación del mundo. ¿Desde que principio? El principio del tiempo, pues Dios en su eternidad NO ESTA SUJETO A TIEMPO. “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mi? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que EL PADRE QUE MORA EN MI, él hace las obras.” Juan 14:10 Y también dice en Juan 17: 5, “Ahora pues, Padre, glorificame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” Muchos discutirán que aquí Dios se refería a un pensamiento que Él tenia en Su mente referente a la venida de Jesús, mas esto no armoniza con la palabra de Dios. Mas, sin embargo, la Palabra da testimonio a lo aquí escrito. “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2) “Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.” (Hebreos 1:10) Todo esto se nos dice del Hijo, pero en ocasiones cometemos el error de pensar que aquí se refiere a Cristo en los días de Su carne (Hebreos 5:7). No obstante, Dios por medio de los labios del Profeta Isaías nos recomienda escudriñar la escritura “Mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá.”
El Hijo es desde el principio del tiempo y fue a través de Él que Dios fundó la tierra, los cielos, los mares y todo lo que hay en ellos. De otra manera, ¿cómo podrían darle gloria, honra y alabanza todos su ángeles? Pero al Padre, morando en Su cuerpo celestial que nosotros conocemos como el Hijo, le fue posible recibir gloria y honra de toda su creación y de todo el ejercito celestial. “Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejercito de los cielos estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda.” (1 Reyes 22:19). El Profeta Micaías vio en visión al Señor Jesucristo sentado en el trono, siendo glorificado por los ángeles de Dios. Dios es Espíritu. Y anteriormente leímos que a Dios NADIE le vio jamás, y la escritura no puede ser quebrantada ni puesta en tela de juicio, antes sea Dios veraz y todo hombre mentiroso ( Romanos 3:4). Entonces, ¿cómo es que Sus ángeles y seres celestiales y aun Micaías pudo ver a Jehová? ¡Fue a través del Hijo! ¡Amen, Aleluya!
Melquisedec



Ahora, aclarado todo esto, podemos empezar a hablar sobra Melquisedec, Rey de Salem. Dice en la escritura inicial que Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, salio a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo (Hebreos 7:1).

Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, salio a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; (Hebreos 7:1-2)

Un sacerdote es una persona designada para realizar los ritos sagrados de una creencia; un agente mediador entre Dios y la humanidad. El sacerdote tiene como oficio, ministrar delante de Dios (1 Cr 23:13), cumple los deberes del santuario (Ex 27:21; Nm 3:38) y bendice al pueblo (Nm 6:23-27; Dt 21:5).
Bajo el Nuevo Pacto, Jesucristo es nuestro Gran Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14) el cual ministra e intercede por nosotros delante del Dios Altísimo. En Melquisedec, se combinan dos funciones: Rey y Sacerdote, todo lo cual apunta hacia Jesucristo, nuestro Rey-Sacerdote. Muchos eruditos bíblicos y teólogos están de acuerdo en que Melquisedec era un tipo de Jesucristo. Otros dicen que era una teofanía de Dios (Teofanía: Una manifestación de Dios en forma visible). Esto contradice lo que Jesús declaro en Juan 5:37-38. Lo que la Biblia demuestra, sin lugar a duda, es que este Melquisedec era nadie mas y nadie menos que Jesucristo, el Hijo de Dios mismo manifestándose en Su futura gloria. Toda la Biblia, de principio a fin, apunta, habla y da testimonio de Jesucristo, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Pero, sigamos adelante explicando este punto.
Melquisedec bendijo a Abraham. Tenemos que entender que Abraham, el Padre de la Fe, siendo sumamente temeroso de Dios, no iba a permitir ser bendecido por cualquier persona, por decirlo así. Mas, sin embargo, aquí no vemos a Abraham oponiéndose a la bendición de Melquisedec, que como sacerdote de Dios, estaba realizando su oficio.
Pero colocando lo espiritual a lo espiritual, y probando con las escrituras que Melquisedec es Jesucristo, vayamos a San Juan 8:56-58. “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozo. Entonces le dijeron los judíos: Aun no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.” Muchos creyentes están en la misma posición que los judíos al no entender las Santas Escrituras y comprender que Melquisedec es Jesucristo. ¿Cuándo fue que Abraham vio al Señor Jesús? Cuando salio a recibirlo como Melquisedec. Unos versículos previos a estos encontramos a Jesús discutiendo con los incrédulos judíos: “Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.” (Juan 8:39-40) Sabemos que Abraham se le conoció en la Escritura como el amigo de Dios (2ª Crónicas 20:7). Y Jesús les dice aquí a los judíos que si fueran hijos de Abraham, las obras de Abraham harían, ósea, ser amigos de Él como lo fue Abraham. Mas, sin embargo, ellos querían matarlo, por lo cual, Jesús les declara, NO HIZO ESTO ABRAHAM. Todo lo contrario, Abraham le dio el diezmo del botín, le mostró reverencia al someterse a Él y recibió Su bendición. Abraham no discutió con Jesús (Melquisedec) como lo estaban haciendo los judíos.
Si esta teniendo problemas en entender todo esto, pídale sabiduría y entendimiento a Dios y Él se lo dará para que conozca al Dios Verdadero en toda Su Majestad y Gloria. Todo esto es muy profundo y difícil de comprender si no hay oración, ayuno y meditación en la Palabra de Dios. Primero es la comunión y la intimidad con Él, y después la revelación. Amen.
Melquisedec significa Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz. Esto es a lo que se le conoce como nombres descriptivos de Dios. Desde el libro de Génesis hasta Apocalipsis, toda la Biblia describe, apunta y testifica de Jesucristo. Es interesante ver que el autor de la carta a los Hebreos escribió la palabra Rey con mayúscula. Los escritores de la Biblia nunca usaron la palabra Rey con mayúscula para referirse a los reyes bíblicos sino únicamente para referirse a Jesucristo (Sal 5:2; Mt 2:2; Lc 19:38; Jn 19:14; 1 Ti 1:17; 1 Ti 6:15). “Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.” (Juan 1:49) Por lo tanto, no cabe duda que el autor de la carta a los Hebreos se estaba refiriendo a Jesucristo al hablar de Melquisedec.
¿Quién es el Rey de justicia sino nuestro Señor Jesucristo? “En sus días será salvo Judá, e Israel morará seguro; y este es su nombre por el cual será llamado: El Señor, justicia nuestra.” (Jeremías 23:6 LBLA) “De mí dirán: “Solo en el Señor hay justicia y fuerza.” (Isaías 45:24(a) LBLA) “En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitara segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.” (Jeremías 33:16) La Biblia declara que no hay justo ni aun uno (Ro 3:10), así que Melquisedec es nuestro Señor Jesucristo, justicia nuestra, manifestado como Rey de justicia.
Melquisedec también es Rey de paz. “Oh Dios, da tus juicios al rey, Y tu JUSTICIA al hijo del rey. Él juzgara a tu pueblo con JUSTICIA, y a tus afligidos con juicio. Los montes llevarán PAZ al pueblo, y los collados JUSTICIA.” (Salmos 72:1-3) “Escucharé lo que dirá Dios el Señor, porque hablará paz a su pueblo, a sus santos...” (Salmo 85:8 LBLA) “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera” –dice el Señor de los ejércitos—“y en este lugar daré paz” –declara el Señor de los ejércitos.” (Hageo 2:9 LBLA). “Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.” (Isaías 26:12) “Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda...” (Isaías 66:12) Nuestro Señor Jesucristo en Su Deidad es nuestro Rey de Paz. El Profeta Isaías describiendo al Señor Jesús en los tiempos de Su carne le llamó “Príncipe de Paz” (Is 9:6)
Con todas estas citas en mente se puede entender que Melquisedec es nuestro Rey de justicia y nuestro Rey de paz, el Señor Jesucristo.

“Sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.” (Hebreos 7:3)

Jesucristo en su Deidad no tiene padre, ni madre, ni genealogía; tampoco tiene principio de días, ni fin de vida, ya que Él es eterno. (Semejante: Análogo, igual, que semeja a una persona o cosa; Diccionario Larousse 1990) ¿Por qué usó el autor de esta carta la palabra semejante al Hijo de Dios y no declaró que Melquisedec era el Hijo de Dios? Porque cuando Jesucristo se manifestó como Melquisedec, Él se manifestó en toda Su futura Gloria y no como Cordero-Hombre (Lea detenidamente Mt 17:1-7 y 2 Pedro 1:16-18). Jesucristo, como Hijo de Dios, Salvador Redentor y Cordero-Hombre, tiene principio y fin, pero como Padre Eterno, El es por los siglos de los siglos y no esta sujeto a tiempo.
“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno SEMEJANTE al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como llama de fuego; y sus pies SEMEJANTES al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenia en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: no temas; yo soy el primero y el ultimo; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amen. Y tengo las llaves de la muerte y el Hades.” (Apocalipsis 1:12-18).
Esta revelación le fue permitida verla al Apóstol Juan, el cual estando en la Isla de Patmos vio al Señor Jesucristo en toda Su Gloria y Majestad. El Apóstol Juan vio al Señor Jesucristo sentado en Su trono vestido de Juez y listo para ejecutar justicia. (También puede leer Daniel 7:9-28; 10:4-10 para mas referencia y comparación)
Podemos ver en la escritura de arriba que Juan, al igual que el autor de la carta a los Hebreos, emplea la misma expresión: “semejante al Hijo del Hombre.” Al emplear la palabra semejante, los escritores de la Biblia no están tratando de mostrar que existen “varias personas” en la Divinidad sino mas bien están colocando las manifestaciones de Un Solo Dios en su debido orden (1 Co 15:23-28).
Jesucristo en Su Deidad no tiene padre, ni madre, ni genealogía, ni principio de días, ni fin de vida. Él es el que era, el que es y el que ha de venir, el Todopoderoso, Omnisciente, Omnipresente, y Omnipotente. Jesucristo es el Anciano de Días en Su Deidad en Daniel 7:9 y Él mismo es el Hijo de Hombre en su humanidad (Cordero-Hombre) en Daniel 7:13.

“Considerad, pues, cuan grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.” (Hebreos 7:4)

Al darse cuenta Abraham que Melquisedec era el mismo Dios Creador de los cielos y la tierra, en obediencia y sumisión le dio los diezmos del botín. Si leemos detenidamente el libro de Génesis, desde el principio al fin, al Único que los Hebreos le traían ofrenda o diezmo era a Dios (Génesis 4:3-4; 28:22). Este versículo nos invita a CONSIDERAD cuan grande era Melquisedec. Considerad significa que pensemos y meditemos con ATENCIÓN alguna cosa o asunto. Dios hablando a través del Profeta Óseas, “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.” (Óseas 4:6) El pueblo de Dios errá porque le falta conocimiento. No prestan atención a Su palabra con cuidado y diligencia sino que creen todo lo que leen o lo que otras personas les enseñan. Desprecian las riquezas de Dios en Su santa palabra. El pueblo de Dios necesita ser enseñado escudriñar las escrituras. A encontrar esas pepitas de oro espirituales que llenan de gozo nuestros corazones.
El que recibe el diezmo es mayor que el que lo ofrece y el que bendice mayor que el que recibe bendición. Ambas cosas señalan la mayor grandeza e importancia de Melquisedec en comparación con Abraham. En la antigüedad los patriarcas eran jefes de familia. Por lo general, en el Nuevo Testamento los patriarcas se consideran ser los individuos que precedieron a la nación de Israel (Hechos 7:8-9; Hebreos 7:4), aunque se menciona la rey David (Hechos 2:29) como uno de ellos.

Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham. (Hebreos 7:5)

Leví fue uno de los doce hijos de Jacob. En el éxodo de Egipto, los miembros de la tribu de Leví tenían la responsabilidad de cuidar el tabernáculo. Moisés y Aarón eran de la tribu de Leví y fueron apartados para el servicio sacerdotal. Aarón llegó a ser el primer sumo sacerdote y sus descendientes fueron consagrados para esa tarea (Ex 29; Nm 17-18).

Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenia las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. (He 7:6-7)

El escritor nos sigue haciendo el punto mas y más claro y continua con el pensamiento de la grandeza de Melquisedec, cuya genealogía no es contada con el sacerdocio levítico. Vemos a Abraham, heredero de las promesas, padre de la fe, siendo bendecido por Melquisedec. El menor siendo bendecido por el mayor. Por esta razón el Señor Jesús declaró que Abraham se gozó de ver Su día (Juan 8:56). ¿Cuándo lo vio? Cuando el mismo Señor Jesucristo en la manifestación descriptiva de Melquisedec lo bendijo. La conclusión es clara: Melquisedec es superior a Abraham, y el sacerdocio de Cristo es superior al sacerdocio levítico.
Pero veamos unas citas bíblicas que le dan luz a nuestro tema. En el evangelio según San Juan 10:22-39, encontramos a Jesús teniendo una discusión con los judíos. Veamos de que se trata esta discusión. “Celebrase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuando nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. (Muchos cristianos están igual que los judíos religiosos de aquellos tiempos. Quieren que Jesucristo les diga abiertamente que Él es Dios. Los judíos tropezaron en la Roca de caída; 1ª Pedro 2:6-8; Mateo 11:6) Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es MAYOR QUE TODOS, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. (Note el juego de palabras que empleó Jesús en esta historia, “ni nadie las arrebatará de mi mano”y luego “nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre,” dando a entender que Él mismo es. Sin embargo, muchas veces leemos citas como esta pero sin entendimiento porque no meditamos en lo que el Señor Jesús nos quiere revelar. Pero veamos el siguiente versículo para la culminación de esta revelación) “YO y el PADRE UNO somos.” No son dos, ni tampoco tres, es solamente UNO. Dios es Uno. También es importante notar que Jesús mismo glorifica al Padre al decir, “Mi Padre que me las dio, es Mayor Que Todos” ¿Por qué dijo Jesús esta expresión que nos hace ver como si se tratara de dos individuos? Porque el Hijo vino a honrar en todo al Padre. Jesús como Hijo de Dios, fue y es obediente a todo lo que esta escrito en la Santa Palabra de Dios. Él es nuestro ejemplo a seguir como hijos de Dios. No obstante, el mismo Jesús, como Padre, Mayor es que Todos.
¿Significa esto que el Padre se manifestó en el Viejo Testamento fuera de la manifestación del Hijo? De ninguna manera, pues el Padre usó la imagen del Hijo desde el Viejo Testamento para manifestarse al hombre. Pero acabemos con esta cita en San Juan para viajar hacia el Viejo Testamento y hacer comparaciones. “Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cual de ellas me apearais? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: ¿No esta escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre es en mi, y yo en el Padre. Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos.” Jesús siempre declaró que el Padre estaba en Él. Es una unidad, ya que Dios estaba dentro de ese cuerpo que la Biblia manifiesta como el Hijo. ¿Después del nacimiento en Belén –o- desde el principio? Desde el principio, y lo mostraremos con varias citas bíblicas para entender mas bien todo esto.
Primero, en las profecías que Jacob declaro a sus hijos, encontramos estas líneas: “Le causaron amargura, le asaetearon, Y le aborrecieron los arqueros; Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), Por el Dios de tu padre, el cual te ayudara, Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá...” (Génesis 49:23-25). Vemos a Jacob declarando esta profecía sobre su hijo José. Pero aquí hay revelación y con la ayuda del Espíritu Santo, vamos a profundizarnos más. Primeramente que nada, Jesús dijo en Juan 10:11 que Él es el buen pastor. En Juan 10:7 dice que Él es la puerta. Quizá usted sé este preguntando hacia donde voy. En esta profecía, Jacob esta diciendo que el Pastor, la Roca de Israel es su Dios. Eso esta diciendo Jacob.
El Apóstol Pedro dice en el Capitulo 2 versículo 6 al 8 en su primera epístola, “ Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo: y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer..” La Roca de Israel, el Dios de Jacob, es nuestro Señor Jesucristo. Eso dice la Escritura de arriba. Piedra de tropiezo porque los judíos tropezaron en la manifestación del Hijo de Dios en cuerpo de carne. Pero comparémosla con una cita en el Viejo Testamento para ver si concuerda y para ver como nos ayuda con este estudio de Melquisedec.
Vamos a Génesis 28:10-22 y observemos qué fue lo que Jacob llamaba como su Dios. “Salio, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella (compare con Juan 1:51 y vera que es Jesús, el Hijo). Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estas acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardare por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejare hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová esta en este lugar, y yo no lo sabia. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levanto Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la alzó por señal, derramó aceite encima de ella. Y llamo el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el DIEZMO APARTARE PARA TI.”
Hasta este preciso momento, Jacob no conocía al Señor Dios. Él estaba como muchos Cristianos de hoy en día que solamente conocen de Dios lo que los demás les dicen. Jacob sabia mucho de Dios a través de lo que su padre Isaac y su abuelo Abraham le habían contado. Sin embargo, no le conocía cara a cara. El Señor se le manifestó a través de este sueño. El Señor le dijo que Él era el Dios de su padre Abraham e Isaac. En su asombro, Isaac declara exactamente lo que él vio, la casa de Dios, ósea él Hijo. Sabemos de citas que ya vimos anteriormente que a Dios nadie le vio jamás. Así que lo que Jacob vio fue al Padre a través del Hijo (Su cuerpo celestial). Note como Jacob llamó aquel lugar Bet-el, ósea Casa de Dios (el Hijo).
También es importante notar la revelación que esta cita nos da pues Jacob declara que Él es la puerta al cielo (Jesús dice que Él es la puerta Juan 10:7). Al levantar Jacob la piedra como señal, y derramarle aceite sobre ella, él estaba señalando lo que vio, al Ungido de Dios, la Piedra Angular, Jesucristo mismo. ¡Maravilloso Dios! Al ver Jacob al Hijo de Dios, él lo describió como una casa de Dios, ya que Jacob pudo entender con esta revelación que Dios moraba en ese cuerpo. Por eso él mismo exclama y dice, “esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios” refiriéndose a Cristo. Y al igual que su abuelo Abraham, antes de él hizo con Jesucristo (Melquisedec), Jacob también se compromete a darle los diezmos a Él.



Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. (He 7:8)

El sacerdocio según el orden de Melquisedec es eterno. El Señor Jesús heredó tal sacerdocio. El sacerdocio según el orden de Melquisedec es inmutable, indestructible, y tampoco puede ser disuelto o desecho. Es sumamente evidente que el único inmortal y eterno es nuestro Señor Jesucristo.
Es asombroso oír personas con cuantiosa educación bíblica decir que Melquisedec no es Jesucristo porque el Hijo de Dios se manifestó en Belén, en el Nuevo Testamento pero no en el Viejo Testamento. Y dicen que el Hijo no existía previo al nacimiento virginal en Belén, únicamente en la mente de Dios. Por lo tanto, dicen que Melquisedec era solamente una teofanía de Dios o que era un tipo de Jesucristo, mas no era el mismo Señor Jesús.
Vayamos a las Escrituras para ver lo que dicen a lo aquí aludido. En el relato de los endemoniados gadarenos vemos a los demonios entablando una conversación con el Señor. “Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? (Mateo 8:29) Noten que estos demonios o legión de demonios, conocían al Señor Jesús desde antes, pues ellos le hablaron por nombre (Jesús) y por rango (Hijo de Dios). Es sumamente claro que le conocían desde mucho antes pues le dijeron “Has venido acá...” dando a entender que en otro lugar anteriormente se habían conocido.
Usted podrá decir que los demonios conocían al que estaba dentro de Jesús, ósea al Padre, pero ellos no dijeron nada referente al Padre porque la Biblia dice que al Padre nadie le vio jamás (Juan 1:18). Amen. Esto es Biblia y armoniza como tal. Mas bien, esta legión de demonios se dirigieron a Jesús como Hijo de Dios porque fue al que conocieron en el principio (Colosenses 1:16) y el mismo que los expulso del cielo (Lucas 10:18). “Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Se quien eres, el Santo de Dios.” (Marcos 1:23-24). “Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.” “Y le pregunto Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no los mandase ir la abismo.” (Lucas 8:28, 30,31). Todas estas citas bíblicas demuestran como estos demonios conocían la divinidad del Hijo de Dios. Al postrarse estos demonios y reverenciar a al Señor Jesús demostraban que le conocían e incluso lo habían honrado anteriormente. Ellos sabían quien tenia el poder para mandarlos al abismo. Juan Marcos lo declara de la siguiente manera en San Marcos 3:11-12, “Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen.”
Los espíritus inmundos se postraban delante del Señor Jesús porque ellos sabían quien era Él. Sabían que dentro de ese Templo moraba la misma presencia de Dios mismo. Sabían que este era el Hijo de Dios, contra el cual ellos mismos se habían rebelado en el principio. Mas Jesús los reprendía mucho para que no le descubriesen. ¿Por qué motivo o razón no quería Jesús que los demonios lo descubriesen? Él mismo le decía a la gente que Él era el Hijo de Dios (Juan 10:36). Lo que Jesús no quería que se supiera abiertamente, ya que los demonios si lo sabían, era que el Padre estaba en el Hijo, y esto, desde el principio. Los espíritus inmundos lo conocían. Sabían que Dios mismo era el que estaba dentro de Jesús, porque desde el principio de la creación Dios le dio toda la autoridad al Hijo (Filipenses 2:9-11; Colosenses 1:16-20). “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” (Santiago 2:19). Los demonios saben lo que muchos Cristianos ignoran, y esto es que Dios es Uno, y que Él se manifestó en el Hijo desde el principio. Por esta razón cuando ellos veían a Jesús, ellos sabían que Su creador estaba delante de ellos. Ellos se postraban y temblaban como dice la escritura de Santiago 2:19, porque sabían que el Padre de toda creación estaba dentro de ese Templo que nosotros todos conocemos como el Hijo de Dios.


Conclusión:

El estudio de la Palabra es profundo y su contenido sumamente rico. Dios se ha manifestado en diferentes maneras y en diferentes tiempos. No obstante, Él sigue siendo el mismo, porque Dios es Uno. A Abraham le toco conocerle como Melquisedec, la gloria postrera de Jesucristo, Rey y Sumo Sacerdote de Su Cuerpo (Hebreos 3:1-6). A Jacob le toco verlo como la Puerta del Cielo y la Casa de Dios. Jacob también luchó con el Señor, y llamo aquel lugar Peniel, que significa el rostro de Dios (Génesis 32:24-31). Moisés lo vio como columna de nube y de fuego (Éxodo 13:21-22), y también se le manifestó en medio de una zarza (Hechos 7:30-32) A Josué se le manifestó como Príncipe de Dios (5:13-15) A Gedeon se le manifestó como un ángel (6:22-23) A Daniel se le manifestó como el Anciano de Días y el Hijo del Hombre (Daniel 7:13). Y así sucesivamente Dios se ha manifestado al hombre en diferentes maneras y en diferentes tiempos. Un solo Dios manifestándose a Su creación.
Melquisedec es una de las manifestaciones del Señor Jesús de las cuales se menciona en el Antiguo Testamento y en el Nuevo. Demostrando con esto la armonía de la Palabra de Dios y así mismo la veracidad de ella. Seguiremos adelante pidiéndole a Dios mas sabiduría y más discernimiento para entender y comprender mas profundamente Su santa palabra.
A Dios sea toda la gloria y toda la honra por Su misericordia y por haberme permitido escribir lo referente a Melquisedec.


Joe Garza Mayo 17,2005

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